SANT'ANA
La Calçada de Sant’Ana debe su nombre al Convento de Sant’Ana, construido en 1561 por orden de la reina D. Catarina. En la mitad de la calzada, en la esquina con el Beco de São Luis da Pena, se encuentra un edificio posterior al terremoto, cuyo propietario en 1867 colocó una placa identificativa para decir que fue ahí el lugar de la muerte del poeta Luis Vaz de Camões.
Subiendo por la Calçada de Sant’Ana llegamos al Jardim do Torel, otro de los miradores de la ciudad. Su nombre viene de la familia Torel, que poseía una propiedad en el local. Proporciona una vista de la Baixa, la avenida Liberdade, el Carmo, el Barrio Alto y Príncipe Real.
Bajando la Calçada de Sant’Ana llegamos al Largo de São Domingos. Un punto de encuentro, de multiculturalidad. Tambíen uno de los enclaves para beber "un copo" de la famosa ginjinha.
La ginhinha, considerada como una medicina para la tos, fue recomendada a muchos pacientes como una cura milagrosa, si se tomaba con regularidad suficiente. Por lo tanto, las barras de ginjinhas comenzaron a brotar en la baixa de Lisboa, en el triángulo entre Mouraria, Rua dos Sapateiros y la Avenida da Liberdade.
Desde principios del siglo XX, hay una copa en el lugar del J. Manuel L. Lima, que es tal vez el más tradicional en Lisboa y cuyos orígenes se encuentran entre los pocos que se pueden datar con precisión. Se llama Eduardino.
La historia cuenta que Eduardino era un payaso de Italia que trabajaba para un circo italiano. Cada tarde, el iba a esta casa de ginjinha para pedir un cóctel especial para aumentar su confianza y valor para el rendimiento.
Lima pensó que tal vez había llegado el momento de inventar una nueva bebida, utilizando diferentes ingredientes de la receta especial del payaso. Lima fundó una pequeña empresa embotelladora, que todavía existe hoy en día en el Largo do Regedor, al mismo tiempo que se introduce en Lisboa a una bebida única que pronto se convirtió en una de las de la propia ciudad.